Pocas veces nos hemos puesto a pensar cuales son los orígenes de aquellos juegos que tan felices nos hicieron en la infancia, como aquella calesita que nos hacia girar una y otra vez, el tobogán y la hamaca de la plaza, las escondidas en el patio de la escuela, o la mancha.
Todos estos juegos encuentran sus génesis en momentos tempranos de la vida de un niño. Daniel Calmels en su libro Juegos de Crianza, hace referencia a que estos juegos que se comparten durante la crianza en el primer año de vida, se juegan con el adulto, y son esencialmente juegos corporales. El contenido de los mismos constituyen la matriz donde se organizan los juegos de la niñez y tienen como función principal, estimular y actualizar los miedos básicos, (miedos a la pérdida de la referencia táctil y a la referencia visual), dando las herramientas para poder elaborarlos.
Las características de los juegos de crianza son:
v Integran al niño y al adulto en un mismo momento del juego.
v Son actividades lúdicas o pre lúdicas que se comparten durante la crianza.
v Ocurren en los primeros años de vida y son juegos corporales.
v Se transmiten generacionalmente.
v Fueron creados a partir de un encuentro.
v Para que se constituya un juego es necesario un acuerdo, que desde el punto de vista psicomotor es un acuerdo tónico emocional.
v No son explicados de antemano, ni hay explicación verbal que anteceda a la acción lúdica.
v Son vitales en la organización de un estilo psicomotor.
v Los juegos de crianza se los conoce como juegos de sostén, ocultamiento y persecución.
Los juegos de sostén consisten en mecimientos, giros y caídas. Si pensamos en los niños pequeños, sabemos que aún no tiene noción de espacio, y por lo tanto mas allá del cuerpo adulto, esta el vacío. El cuerpo del adulto se transforma así en plataforma de lanzamiento y pista de aterrizaje, transformándose en el territorio donde transcurre la escena lúdica. Las acciones básicas que se realizan en estos juegos son mecer, girar, elevar y descender, subir y bajar, trepar o colgar. Durante estos juegos los niños experimentan la separación de los cuerpos, poniendo a prueba la confianza en el sostén de apoyo que el adulto le ofrece al niño. La disminución, variación o pérdida de la referencia táctil es el elemento dominante en estos juegos, así como la confianza en el cuerpo que sostiene y apoya. Durante la niñez, cuando el niño tiene como apoyo el suelo y se autosostiene sustituye estos juegos por las hamacas, las calesitas, el sube y baja, el tobogán.
Los juegos de ocultamientos tienen como elemento dominante la desaparición de la referencia visual. Durante los mismos, los cuerpos se distancian, se pierden de vistas para luego volver a aparecer. La importancia de estos juegos radica en que, gracias a ellos, el niño puede elaborar la angustia del desprendimiento. Durante el tradicional juego del cuco, cuando el niño toma un trozo de tela y se esconde tras él, el pequeño inventa un espacio que lo separa visualmente del otro a voluntad y dominio. La mirada del adulto es una contención difícil de sustituir. La mirada junto con el sostén cumple un rol fundante del cuerpo del niño, ambas especializan. Durante el juego del cuco, el tiempo que transcurre desde la desaparición hasta el nuevo reencuentro es acotado, debido a que el niño se encuentra en la elaboración de lo que se supone el distanciamiento del otro con el respectivo reencuentro
Los juegos de ocultamientos tienen como elemento dominante la desaparición de la referencia visual. Durante los mismos, los cuerpos se distancian, se pierden de vistas para luego volver a aparecer. La importancia de estos juegos radica en que, gracias a ellos, el niño puede elaborar la angustia del desprendimiento. Durante el tradicional juego del cuco, cuando el niño toma un trozo de tela y se esconde tras él, el pequeño inventa un espacio que lo separa visualmente del otro a voluntad y dominio. La mirada del adulto es una contención difícil de sustituir. La mirada junto con el sostén cumple un rol fundante del cuerpo del niño, ambas especializan. Durante el juego del cuco, el tiempo que transcurre desde la desaparición hasta el nuevo reencuentro es acotado, debido a que el niño se encuentra en la elaboración de lo que se supone el distanciamiento del otro con el respectivo reencuentro